El Espíritu Santo

Pero el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, los consolará y les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que yo les he dicho.

Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.

Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que habrán de venir.

(5) Jesús le respondió: «De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

(6) Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu,[a] espíritu es.

(7) No te maravilles de que te dije que es necesario que ustedes nazcan de nuevo.

(8) El viento[b] sopla de donde quiere, y lo puedes oír; pero no sabes de dónde viene, ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu.»

porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

(22) Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,

(23) mansedumbre, templanza. Contra tales cosas no hay ley.

(24) Y los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.

(25) Si vivimos por el Espíritu, vivamos también según el Espíritu.

»A decir verdad, yo los bautizo en agua en señal de arrepentimiento, pero el que viene después de mí, de quien no soy digno de llevar su calzado, es más poderoso que yo. Él los bautizará en Espíritu Santo y fuego.

Todos ellos fueron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu los llevaba a expresarse.

(4) Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.

(5) Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.

(6) Hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo.

(7) Pero la manifestación del Espíritu le es dada a cada uno para provecho.

(8) A uno el Espíritu le da palabra de sabiduría; a otro, el mismo Espíritu le da palabra de ciencia;

(9) a otro, el mismo Espíritu le da fe; y a otro, dones de sanidades;

(10) a otro más, el don de hacer milagros; a otro, el don de profecía; a otro, el don de discernir los espíritus; a otro, el don de diversos géneros de lenguas; y a otro, el don de interpretar lenguas;

(11) pero todo esto lo hace uno y el mismo Espíritu, que reparte a cada uno en particular, según su voluntad.

Pero cuando venga sobre ustedes el Espíritu Santo recibirán poder, y serán mis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.»

es decir, el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir porque no lo ve, ni lo conoce; pero ustedes lo conocen, porque permanece con ustedes, y estará en ustedes.

¿Acaso ignoran que el cuerpo de ustedes es templo del Espíritu Santo, que está en ustedes, y que recibieron de parte de Dios, y que ustedes no son dueños de sí mismos?

y es Dios el que también nos ha marcado con su sello, y el que, como garantía, ha puesto al Espíritu en nuestros corazones.

Y habiendo dicho esto, sopló y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo.

«Pero cuando venga sobre ustedes el Espíritu Santo recibirán poder, y serán mis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.»»